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La visión artificial, una rama de la inteligencia artificial dedicada a interpretar imágenes y videos, ha encontrado aplicaciones en áreas tan diversas como el deporte, la conducción autónoma y la salud. Sin embargo, un reciente estudio publicado en la revista Nature revela que el foco principal de la investigación y desarrollo en esta disciplina está dirigido a la vigilancia masiva de personas.
Investigadoras de universidades en Estados Unidos y Europa analizaron cerca de 19,000 artículos académicos y 23,000 patentes desde 1990, año en que la visión artificial aún era incipiente. Sus hallazgos muestran que el 90% de los estudios y el 86% de las patentes están centrados en extraer información sobre seres humanos, ya sea identificando partes del cuerpo, acciones o contextos en los que se desplazan.
El crecimiento de esta línea de investigación ha sido exponencial. Mientras en los años 90 solo una minoría de trabajos abordaban datos humanos, para 2010 esta proporción se elevó al 78%, lo que refleja un aumento quintuplicado en tecnologías orientadas a la vigilancia automatizada.
Según Abeba Birhane, investigadora del Trinity College de Dublín y autora del estudio, este incremento responde a factores como el avance tecnológico, la falta de una reflexión ética en el sector, y el impulso financiero de instituciones que ven en la vigilancia una herramienta de control político y económico.
El estudio también identifica una fuerte concentración geográfica de la investigación en Estados Unidos y China, principales actores tecnológicos con intereses en la industria militar y de seguridad. Empresas como Palantir y Anduril colaboran estrechamente con el gobierno estadounidense en proyectos de seguridad nacional, mientras que OpenAI ha firmado convenios con el Departamento de Defensa de ese país.
Un aspecto relevante del análisis es la evolución del lenguaje utilizado en la documentación científica y técnica, que tiende a deshumanizar a las personas al referirse a ellas como “objetos”, eliminando términos explícitos que revelen la finalidad de vigilancia. Este cambio semántico refleja, según expertos, una estrategia para minimizar el debate ético sobre el diseño y aplicación de estas tecnologías en contextos con fuertes intereses corporativos y gubernamentales.
En resumen, aunque la visión artificial tiene un gran potencial para mejorar diversos sectores, su desarrollo actual está marcado por un crecimiento acelerado de tecnologías orientadas al monitoreo masivo y la vigilancia automatizada de individuos, lo que plantea importantes retos éticos y sociales.
Fuente: El País