Ecuador: Revolución Ciudadana enfrenta su mayor crisis interna desde 2017

Ecuador

Revolución Ciudadana, principal fuerza opositora del Ecuador, atraviesa una de las semanas más turbulentas de su historia reciente, marcada por tensiones internas, salidas abruptas de figuras relevantes y cuestionamientos crecientes a su dirigencia. Mientras la cúpula intenta mantener el control, el movimiento enfrenta el riesgo de una fragmentación profunda que podría comprometer su continuidad como bloque político cohesionado.

Durante los últimos días, se acumularon episodios que reflejan el desgaste organizativo y político del movimiento fundado por Rafael Correa. Entre ellos, destacan:

  • La expulsión de Santiago Díaz Asque, integrante del movimiento desde 2007, luego de que se emitiera una orden de captura en su contra por una denuncia de presunta violación a una menor. El caso ha generado un fuerte impacto mediático y ha debilitado la narrativa moral del partido.

  • La renuncia de la asambleísta Jhajaira Urresta, quien abandonó el bloque tras denunciar agresiones verbales por parte de la presidenta del movimiento, Luisa González, en un grupo de mensajería interna.

  • La decisión de la prefecta Marcela Aguiñaga de acatar una disposición gubernamental que obligó al alcalde de Guayaquil, Aquiles Álvarez, a suspender una obra vial, lo que algunos han interpretado como un distanciamiento táctico del núcleo duro del correísmo.

  • Las críticas del Ministerio del Ambiente al alcalde de Quito, Pabel Muñoz, por su manejo de la crisis hídrica en el sur de la ciudad, en el contexto de una creciente tensión política entre el Gobierno y la administración capitalina.

Estos hechos, en conjunto, han generado una percepción de descomposición interna y han puesto bajo presión a Luisa González, cuya conducción del movimiento ha sido objeto de severas críticas. Su papel como heredera política de Rafael Correa no ha logrado cohesionar al partido ni renovar su discurso ni liderazgo.

Una crisis con antecedentes, pero de otro calibre

El correísmo ya ha enfrentado momentos de crisis en el pasado. En 2011, la ruptura con el movimiento Ruptura de los 25 marcó una primera fractura. En 2017, tras la elección de Lenín Moreno, se produjo una escisión interna más profunda dentro de Alianza PAIS. En ambos casos, sin embargo, el movimiento logró reconfigurarse y mantenerse vigente.

La coyuntura actual, no obstante, presenta un escenario distinto. A diferencia de etapas anteriores, el liderazgo de Correa, desde el exilio, parece haber perdido capacidad para articular consensos y abrir paso a nuevas figuras o propuestas. La insistencia en mantener una estructura vertical y centrada en la figura del expresidente ha generado tensiones con cuadros territoriales que reclaman autonomía política.

Un ejemplo de este enfoque es la reciente declaración de Luisa González, quien en un evento en Esmeraldas advirtió: “El que no se sienta correísta, está en el movimiento equivocado”. Su mensaje no solo reafirma la centralidad del liderazgo de Correa, sino que excluye a quienes buscan reformular el proyecto desde una lógica menos personalista.

¿Hacia una recomposición o una ruptura definitiva?

Expertos y analistas señalan que el correísmo se enfrenta a una disyuntiva: o redefine su estrategia, adaptándose a las nuevas demandas del electorado y permitiendo una transición generacional y programática, o corre el riesgo de quedar encapsulado en una narrativa del pasado, sin capacidad de crecimiento ni de incidencia futura.

La salida de figuras relevantes, el desgaste institucional, la falta de renovación interna y la centralización del liderazgo en torno a Correa plantean un dilema estratégico. Por ahora, la conducción apuesta por conservar la lealtad de sus bases más sólidas, aunque esto implique perder presencia en otros sectores.

En este contexto, Revolución Ciudadana enfrenta uno de sus mayores retos: evitar seguir la ruta de movimientos populistas que, tras la pérdida de poder o la desconexión de sus líderes, se diluyeron sin lograr consolidar una estructura política sostenible.

Fuente: Primicias
 

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